Mientras el resto de los grupos de partidos políticos del ayuntamiento tomarense hacen su trabajo con mayor o menor rigor, con más o menos acierto, pero lo hacen, el partido socialista sigue en una crisis galopante.
La división interna que padece el PSOE, se ve agravada por un entramado de relaciones familiares sobre las que se han desarrollado extrañas e intrincadas redes de intereses de todo tipo.
Oscuras intenciones guían a algunos de los más beligerantes cabecillas, que siempre han demostrado un comportamiento burdo y despótico hacia los demás. Mientras, intentan hacer de un partido con tradición su cortijo particular.
No hemos votado al PSOE para que se coloquen ellos y sus familias, sino para que trabajen y que Tomares mejore. La oposición también aporta.
